miércoles, 28 de octubre de 2015

Jethro Tull - Heavy Horses (1978)


Carlos y el tranvía

   Allí, en esa tierra, en esos barrios que él frecuentaba, ningún hombre usaba sombrero ¿A quién se le habría ocurrido? Carlos era consciente de que estaba muy mal visto salí a la calle usando sombrero, pero eso ni siquiera se asemejaba a la realidad del qué dirán.
   Seguro que hablarían a sus espaldas, echándole pestes y todo tipo de injurias a su paso. "Alguien que viene de una casa como la suya, usar eso en la cabeza ¿qué tipo de ejemplo le da a los más jóvenes?". Las puertas se le cerraban en la cara y aunque todos le dirigieran un cortés saludo, el tenía la seguridad de que no tenía cabida allí. Quizás alguien lo imaginaría como un "Dick Tracy", persiguiendo las pistas de algún crimen, para enseguida calcinarse y desaparecer.
   No parecía haber fabulaciones, de nadie (o eso creía, lo cual le daba una sensación de claustrofobia, como de bajar 11 pisos en un ascensor con un rinoceronte enfurecido) que lo reconfortaran. Nadie que le encomendase recados de víveres para el hogar, para presentar un tentempié a las visitas. Tampoco albergaba esperanzas de que sus conocidos y aquellos que lo estimaban y permanecían a su lado, siguiesen cerca suyo mucho tiempo más.
   Cuando Carlos se calzaba su sombrero y se preparaba conforme a salir, subir al tranvía transformaba de cuajo todo ese panorama de oprobio al verla a ella. Picaba boletos con agilidad y cierto gesto maquinal en la tarea. No obstante, al pasar a su lado y pedirle el boleto, Carlos creía (o quería creer) que todo en ella se transformaba y hasta él se transformaba.  Sus ojos marrones, como la de la tan anhelada tierra que el navegante busca durante semanas, su sonrisa por la cual correr en una alocada carrera entre dientes que quitan el oxígeno, para dar paso al suspenso de toda resistencia, sólo ella lo lograba.
   Ya no importaba más qué llevaba sobre su cabeza, o si él no estaba en su cabeza, ni tampoco si la podía llegar a habitar. Solo poder imaginar lo que habría detrás de esos negros mantos en el occidente, y habitar allí. Con o sin sombrero, pero con ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario