Fin de una noche cualquiera. Ocaso de lo que nunca empezó, pero nació en un brillo de dientes rodeados por un enjambre de cangrejos, rojos, rosados y haciendote cosquillas con sus pinzas. Te imaginas la escena cerca, bien cerquita de tu nariz, tanto que ya se parece a un sueño que todavía no se cristalizó en el inconsciente y querés que vuelva a rodarse en el estudio de tu cabeza.
No te importa nada, que se repita. Le faltaba un pelito, coloradito, para caerse en el precipicio. Y que importa.
Y en eso perdiéndote en fabulaciones lindas como fragancia que dura lo que un suspiro, se termina la noche y con ella, un excelente disco bien latino y bailable
que empieza sí.
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