Cuando promedia el último mes del año, es natural hacer balances, girar para una mirada retrospectiva que de cuenta de lo hecho durante el año.
Si lo logrado en líneas generales, en las cosas que más le importan a uno es muy positivo, la satisfacción empieza a embargar los músculos de la cara y se genera una buena sonrisa.
Ahora, si a ese cuadro prometedor se le suma irse pedaleando del ensayo con la alegría de saber que la obra en la que pusiste toda tu voluntad y esfuerzo durante el año, tanto de tus deseos más profundos apuntando a explotar toda la creatividad que el proceso demandaba y que se lo dabas hasta el final, ahí la cosa pasa a tomar un gusto que con el paso de las horas se va macerando y mejorando en el paladar y en las expectativas.
Que tome forma y se distinga claramente su cuerpo, ya completándose, con postales de la unión con tus compañeros en la actuación y por otro lado, de esas otras cuestiones...
Si esa sensibilidad queda al borde, tan a flor de piel, dejate llevar y cae libremente en
el mejor blues que ellas te pueden dar.
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