Cinco y diez de la matina ¿pueden creerlo? A esa hora de la madruada y ¡plín! Despierto. Los ojos como dos de oro, como un par de güevos. Lo que es mucho peor, hoy es domingo...
Es una mañana para descansar, el reloj ha dado su toque fatal. Tengo en la memoria, mil lugares para transitar.
De todos modos, no me desvelé por estar carburando cosas complicadas, ni mucho menos tortuosas. Si, estuvieron pasando cosas que fueron significativas, que en diferentes grados pegaron en lo emocional, pero me alegra decir en voz alta, que sigo bien. Además, extraño a mi peque, a mi familia y me tomaré el tren para vernos.
La calle despide un color azul, deprisa camino, hoy no pides tú. Tengo que apurarme, el reloj jamás podrá parar.
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