Bondad. Como nadie que haya conocido en toda mi vida, tu bondad es infinita. Con quienes te amamos, aquellos que te han querido y los que te hayan conocido, también lo han comprobado. Una generosidad admirable.
Coraje, ante todas las adversidades de la vida. Esa es otra de las características que te define. La cantidad de golpes y duras circunstancias que tuviste que enfrentar a lo largo de tu vida, fue proporcional al aplomo y la tenacidad con la que superaste cada una de esas adversidades, siempre con buen humor y de ánimo predispuesto a vivir plenamente.
Dedicación y atención, hasta en lo no se ve. Presente hasta en los pequeños detalles que dedicaste con mucho amor. Esa también sos vos, mamita.
Con Fede fuiste muy felíz, en aquellos tres meses y medio. Entre tanto dolor y tristeza, nuestro hijito fue otra de las llamas que te impulsó a seguir adelante, todo cuanto fuera posible.
Jugábamos a la canasta, cuando yo era un pibito. "Ana, si querés que nos llevemos bien, no pretendas enseñarme a jugar a la canasta", te dijo alguna vez tu suegra. Pero vos y yo disfrutábamos un montón al dedicarnos unas cuantas partidas. También a la generala y a la sumadita.
Me enseñaste lo que es jugar y disfrutar, tan solo usando la imaginación.
Te encantaba escuchar a Chopin y a Nana Mouskouri. Tus plantas que llenaban de alegría y colores al balcón, fueron otra de tus devociones.
Presente en todos los momentos importantes y significativos de mi vida. Gracias a vos, soy el hombre en el que me convertí.
Me enseñaste que, a pesar de la violencia y la hostilidad que encontramos en este mundo, vale la pena empeñarse en ser una buena persona. En transformar este mundo, de base.
Varias veces me dijiste que no pensabas militar. No obstante, siempre nos apoyaste a papá y después a mí en nuestra militancia, desde tu simpatía por el socialismo.
Son miles y miles los recuerdos. En las primeras horas de transcurrido, de que pasó lo que pasó, no salían todos juntos. Pero ciertamente los recuerdos van a aflorando gota a gota, en una catarata irrefrenable, asentando todo tu retrato en mi memoria.
Los domingos siempre fueron en nuestra familia un día de encuentro y de felicidad en el que compartir tantas cosas lindas e importantes. Tuviste que partir un domingo...
A vos, mamita, te digo que vivirás por siempre en mí, en el contenido de una presencia.
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