viernes, 21 de marzo de 2014

Antonio Carlos Jobim - Antonio Carlos Jobim’s Finest Hour - 2000


Si esa actividad práctica con la que necesitás trabajar resultó, entonces para qué arreglarlo, si no está roto. No obstante, es necesario actualizarlo; es ineludible el cambio y viene bien. Las manos se alborotan entre el papel y el lápiz que dibujan y trazan mil lineas que rubrican la estampa de lo que debe hacerse.
Una sombra solo por momentos reconocible, pasa a tu lado y te susurra que esas imágenes que ves sistemáticamente no son una sensación etérea y no está mal contemplarlas, desearlas, mientras no haya lágrimas ni cocodrilos que acechen lentamente.
Avanzando sin cesar como una rueda puesta en movimiento, llegando a donde la oscuridad casual no importa, un ritmo se hace presente. Te sugiere que le prestes atención y no pierdas más tiempo. Tiene algo para decirte y no es cualquiera perdido por ahí, es uno de los representantes más emblemático de un género tan sudamericano y mundial, que te provoca capitular y ceder a toda resistencia en contra de su suaves y gentiles armonías. 

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